El restaurante Willy ha sabido reinventarse con los tiempos dándole una nueva imagen al local, pero sin olvidarse del genial trato del personal y la calidad en los platos. Cosas muchos importantes que la fachada.
Para abrir boca una ensalada de lechuga, queso y frutos secos, escapando de la tan manida ensaladilla rusa, que seguro que también era excelente, pero buscábamos algo diferente, algo nuevo.
Seguimos la cena con una ración de Atún Mechado, ideal para tomar con rebanaditas de pan crujiente a modo de canapé. La mezcla de la manteca y el atún causan una explosión de sabor en tu boca. Plato típico de la provincia llevado a un nivel nuevo.
Después, ante la dificultad de decidirnos por una de las variedades de croquetas que encontramos en la carta Willy, gracias a sus años de experiencia, nos recomienda un surtido. Croquetas de Choco, perfectas y caseras. Otro clásico de la zona que en los últimos años encontramos en la carta de cualquier bar de tapas, aunque en la mayoría de las ocasiones suelan ser congeladas. Croquetas de Bogavante, melosas y llenas de sabor. Un diez para la bechamel. Y el punto nuevo, Croquetas de Erizo. Pequeños bocaditos de mar, para mi gusto las mejores de las tres.
Todo esto, unido a los postres caseros hacen del Restaurante Willy un lugar perfecto para celebrar cualquier ocasión especial y encontrarse con comida de primera división, además de ofrecer unos precios muy asequibles, con platos entre 8 y 14 euros, para la calidad de la materia prima con la que se trabaja.
La puntuación de 4 Chanquetes es bien merecida, y esperamos regresar para darle a nuestros estómagos otro homenaje de categoría.
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